sábado, 28 de febrero de 2015

SIGA, POR FAVOR

Cuando se dieron los juicios de Nürnberg, muchos de los nazis acusados por el genocidio se excusaron afirmando que sólo obedecían órdenes, que no tenían, por ello, culpa alguna.

El profesor y psicólogo, Stanley Milgram, de la universidad de Yale, hizo un experimento en 1963 para explicar el comportamiento de las personas cuando están ante las órdenes de una autoridad.

Para ello, Milgram convocó a cuarenta personas haciéndolas creer que iban a hacer un experimento sobre la memoria y el aprendizaje.
Éstas personas, eran agrupadas en parejas. Sin embargo, una de ellas era, en realidad, un cómplice.
Se rifaban dos roles en el que uno sería el "maestro" y otro el "alumno". Obviamente, al actor e tocaba siempre el papel de "alumno" y a la víctima del experimento el de "maestro".
Una vez que se había hecho la rifa, el "maestro" era llevado a una sala en la que había un generador de descargas que conectaba con los electrodos pegados en el cuerpo del "alumno".
En este generador, estaban clasificados los voltios de potencia según su intensidad: "leve", "intenso", "fuerte", "peligro" y "XXX". Éste generador llegaba hasta los 450w.
No obstante, el "maestro" no sabía que en realidad el generador no era real. Sólo emitía ruidos cuando presionabas los botones.
Al maestro se le explicó la tarea que tenía que llevar a cabo: su "alumno" debía memorizar una serie de palabras y cada vez que se equivocaba, debía darle una descarga eléctrica. Esta descarga iba aumentando 15w a medida que iba fallando. La prueba iba a estar controlada por un científico.
Al principio, las descargas que recibía el supuesto "alumno" eran débiles, pero a medida que empezaba a fallar, las descargas eran cada vez más fuertes. Los "maestros" recibían órdenes de tipo: "el experimento es necesario que siga. Continúe". Si los "maestros" preguntaban que quién era el responsable del experimento si ocurría algo malo, el supervisor contestaba: "soy yo". De esta forma, los"maestros" se sentían más aliviados y continuaban.
Los resultados del experimento fueron varios:
-A pesar de que la mayoría de los sujetos se mostraron incómodos, todo los sujetos convocados obedecieron hasta los 300w y 25 de los 40 llegaron hasta los 450, a pesar, de que el actor que se hacía pasar por "alumno" y víctima del experimento, les decía que tenía problemas cardíacos.
Antes de realizar este experimento, Milgram creía que sólo un mínimo porcentaje (de 1 a 3%) no dejaría de dar las descargas. No obstante, se equivocó, ya que el 65% obedeció a las órdenes del vigilante.

Con esto quedó demostrada la hipótesis de que las personas tienden a obedecer a la autoridad y aún más cuando la apariencia de ésta es más fuerte.

Éstas son las contestaciones que el actor dio a las "descargas" que se le suministraron:
  • 75 voltios: "¡¡¡Uf!!!".
  • 90 voltios: "¡¡¡Uf!!!".
  • 105 voltios: "¡¡¡Uf!!!" (Más alto).
  • 120 voltios: "¡¡¡Uf!!! Oiga, esto realmente duele".
  • 135 voltios: "¡¡¡Uf!!!".
  • 150 voltios: "¡¡¡Uf!!! ¡Experimentador! Eso es todo. Sáqueme de aquí. Le dije que tenía problemas cardíacos. Me está empezando a molestar el corazón. Sáqueme de aquí, por favor. Me está empezando a molestar el corazón. Me niego a seguir. Déjeme salir".
  • 165 voltios: (Gritando) "¡¡¡Uff!!! ¡Déjeme salir!".
  • 180 voltios: (Gritando) "¡¡¡Uff!!! No soporto el dolor. ¡Déjeme salir de aquí!".
  • 195 voltios: "¡¡¡Uf!!! Déjeme salir de aquí. Déjeme salir de aquí. Mi corazón me está molestando. ¡Déjeme salir de aquí! ¡No tiene derecho a retenerme aquí! ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir de aquí! ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir de aquí! Mi corazón me está molestando. ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir!".
  • 210 voltios: "¡¡Uf!! ¡Experimentador! Sáqueme de aquí. Ya tuve suficiente. No participaré más del experimento".
  • 225 voltios: "¡¡¡Uf!!!".
  • 240 voltios: "¡¡¡Uf!!!".
  • 255 voltios: "¡¡¡Uf!!! ¡Sáqueme de aquí".
  • 270 voltios (Gritando) "Déjeme salir de aquí. Déjeme salir de aquí. Déjenme salir de aquí. Déjeme salir. ¿Me escucha? Déjeme salir de aquí".
  • 285 voltios: (Gritando)
  • 300 voltios: (Gritando) "Me niego rotundamente a contestar más. Sáqueme de aquí. No puede retenerme aquí. Sáqueme. Sáqueme de aquí".
  • 315 voltios: (Grito intenso) "Le dije que me niego a contestar. Ya no formo parte de este experimento".
  • 330 voltios: (Gritando intensa y prolongadamente) "Déjeme salir de aquí. Déjeme salir de aquí. Mi corazón me está molestando. Déjeme salir, le digo. (Histéricamente) déjeme salir de aquí. Déjeme salir de aquí. No tiene derecho a retenerme aquí. ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir! ¡Déjeme salir de aquí! Déjeme salir. Déjeme salir".
  • 345 a 435 voltios: (Silencio).
  • 450 voltios: (Silencio).
  • 450 voltios: (Silencio).
  • 450 voltios: (Silencio).
Aquí dejo el enlace de un vídeo que explica el experimento:



https://www.youtube.com/watch?v=8rocRcUOwFw


Bea Not
https://explorable.com/es/el-experimento-de-milgram

martes, 24 de febrero de 2015

Experimento "despedirse de alguien"



            Aceptando la propuesta que lanzó el profesor de psicología, quise averiguar cuáles eran las señales que aparecen cuando una persona quiere finalizar una conversación. En un principio pensaba que me iba a costar identificarlas... pero “sorprendentemente” no fue así. Probé de tres formas: en persona, por teléfono y por mensajes.

Cara a cara:
           Charlando con una amiga durante un rato (un buen rato), iba llegando la hora de decir “adiós” y acto seguido empezó a sacar el móvil repetidas veces para ver la hora diciendo “madre mía, qué hora se me ha hecho”, yo pretendía seguir con el experimento tanto como pudiera, y al ver la chica que no iba a callarme tan fácilmente desvió su mirada... básicamente miraba al suelo o al infinito mientras se balanceaba de un lado a otro contestándome con monosílabos. Durante varios momentos hubo silencios incómodos, suspiros y alguna que otra frase como “pues qué bien haber hablado contigo”... en vista de que no me iba a callar la chica (inteligente) optó por decir que tenía que irse porque había quedado o tenía que hacer muchas tareas.

Telefoneando:
           En este caso la llamada la hice sabiendo que esta chica acababa de terminar de estudiar y quería irse cuanto antes a dormir... tuve que hacer acto de presencia inevitablemente y, nada más coger el teléfono, la chica ya me avisaba de lo cansada que estaba y que solo podía hablar 15 minutos. La conversación de 15 minutos pasó a ser una de 70 minutos, varias veces había intentado la chica librarse de mí en cuanto veía que me iba a callar. La señal que más destacaba en este caso era el suspiro continuo previo a decir “pues naaaada”, seguido del siempre presente silencio incómodo (incómodo para ella porque yo me reía mucho, todo sea dicho)... finalmente acabé yo la conversación porque me daba la sensación de que ella no iba a hacerlo. 


Whatsapp:
          En cuanto a mensajería... no sé si se están librando de una servidora con “mala fe” o no... pero esto es lo que me he encontrado. Hablando con un amigo, llegó (como en los dos anteriores casos) el momento de finalizar la charla... es como lo que ocurrió con la llamada con la diferencia de que no oía el importante tono de voz que lo cambia todo... pero bueno, lo que ocurrió fue que esos silencios incómodos pasaron a ser esperas agonizantes, atentos a que alguno pasara de “en línea” a “escribiendo...”, lo malo es que cuando eso sucedía, lo único que aportaba a la conversación era un “bueno... pues nada... aquí estamos...”. Finalmente el  chico decidió a las 2 de la mañana que sería mejor irse a dormir.


         
         Con este mini-experimento me he dado cuenta de que en realidad es “fácil” identificar estos gestos corporales, o esas frases recurso, para saber qué es lo que quiere una persona, que en este caso era librarse de mí por completo, por lo que se puede (y se ha hecho) aplicar a otras situaciones y descubrir cómo se sienten una persona y poder utilizar esa información para bien... o para mal...
(esperemos que para bien)

María Marín Herrera


martes, 17 de febrero de 2015

7 tic para una buena primera impresión

La primera impresión que causamos en alguien afecta directamente a cómo puede evolucionar su actitud hacia nosotros. Causar buena impresión no significa dejar de ser uno mismo, ni mucho menos es solo aplicable a momentos importantes como entrevistas de trabajo o citas. Los expertos aseguran que los primeros 5-7 segundos son esenciales.
Cuidar algunos aspectos para dar buena impresión no es ser falso ni que los otros sean unos superficiales, todo el mundo tiene cosas malas. Pero cuando conocemos a alguien nos quedamos por el momento en el que le conocimos y no otro. Para ello debemos estar dispuestos a dar nuestra mejor imagen cada vez que conozcamos a cualquier otra persona.

Para ello os voy a dar unos sencillos tics para ayudaros.



1 Cuida tu imagen

Significa que debes de adaptarte adecuadamente tu vestimenta a la situación en la que vayas a estar. Importante llevar ropa limpia y cómoda con la que te sientas más relajado/a. Lleva un look sencillo ante la duda.
Pero no debes dejar de vestir como tú eres, no quieres dar una imagen errónea de ti ni que te encasillen como alguien que no eres (por muy positivo que sea su parecer hacia ti).
Y para las mujeres cuida el maquillaje, opta por llevarlo lo más natural posible al igual que el pelo. (Siempre adaptándose a la situación… no es lo mismo ir a una boda que ir a l biblioteca)
Y siempre no pasarse con el perfume o la colonia, un buen aroma puede llegar a ser repulsivo en grandes cantidades y teniendo en cuenta la importancia para recordar de la memoria olfativa…¿ no querrás que te recuerden siempre por eso?
Y recuerda ante la duda usa la sencillez. Una buena imagen genera confianza. Se tu mismo.

2 Relajarse

Ante todo estate relajado, respira hondo. Mientras más tranquilo estés más sencillo te será comportarte con naturalidad y mayor será la confianza que transmitirás. Ya que estar nervioso muchas veces dificulta incluso nuestra capacidad de pensar y expresarnos, no querrás decir ninguna tontería que se recuerde durante un tiempo o meter la pata de manera tonta y garrafal.
A veces sirve de ayuda repasar un tiempo antes en que situación te vas a encontrar y con quien vas a tratar y de que formas. Ser positivo también favorece la situación.




3 Controla el lenguaje corporal.

No estés tenso, evita tic como morderte las uñas o mover la pierna constantemente, jugar con un bolígrafo haciendo ruido... Intenta no cruzar los brazos ni las piernas, evitarás parecer a la defensiva o que eres arrogante.
Si das un saludo con dos besos o un apretón de manos recuerda darlo bien. Dejar la mano floja o estrujarla no ayuda más que un beso al aire o dejarle las babas en la mejilla. Y recuerda no se saluda igual a un entrevistador, que a un chico con el que vas a ligar que con un compañero de clase. Pasarse puede significar quedar como un seco o como un pegajoso o peor, indecente.

Sonríe

Una persona alegre es siempre bien recibida. Si te ven contento significas que estás a gusto en ese momento.
Y es que la sonrisa dan confianza en uno mismo, lo cual te dará una pequeña ayuda para dar mejor impresión. Además un un importante arma de seducción clásico, en especial para las féminas, las cuales se ven realzadas ante el otro género.
Que sea natural, una sonrisa forzada se nota y queda peor incluso que no hacerla, pues refleja falsedad. Mejor borde que falso y a nadie le gusta quedar como tal.

Contacto visual

No evadas su mirada, no ocultas nada, si te habla o le hablas mírale. Otra vez nos centramos en la seguridad que le damos a quien nos evalúa. Le tienes que demostrar tu interés. Pero parpadea, no es necesario que des miedo tampoco.
De esta forma tu interlocutor podrá ver tus reacciones y tener una sensación de mayor acercamiento a tu postura. Trata de crear una empatía, que vea que tenéis concordancia en cosas. Si es un entrevistador puede que vea a un buen profesional que compagine con sus compañeros, y si es un nuevo conocido puede que vea en ti un colega.


4 Espacio vital.

Deja un espacio entre tu cuerpo y el de los demás de unos 20 cm y no toques a menos que sea necesario por protocolo. Son personas que acabas de conocer y no hay cosa que cause peor impresión que alguien que se propasa en confianzas o que te agobia.
Pero también conserva tu espacio, siéntete cómodo, con naturalidad.
En esto entra también el tiempo de los saludos y las despedidas, usa la aproximación necesaria y permitida para cada situación




5 Que dices y que no

A la hora de conversar se sincero. Cuando conoces a alguien por primera vez no se suelen tratar temas muy personales por lo que una mentira en una situación tan “light” puede ser fatal si te pillan. Adiós a la confianza y a la buena impresión.
No alardes ni hables demás de ti, no seas pedante ni que parezcas engreído; recuerda no te conocen ni saben como realmente eres, rápidamente puedes pasara ser un pesado egocéntrico. No exageres ni hables de lo que no entiendes. Muéstrate prudente e interesado por lo que los demás dicen.
La forma con la que hables definirá la forma con la que los demás te puedan percibir. Prestales a ellos atención; para ellos hazles preguntas recuerda sus nombres y datos que te digan que luego puedas usar posteriormente otra vez con ellos.
Recuerda usa un lenguaje correcto dependiendo de la situación en la que te encuentres. Y tutear no significa tomarse ciertas libertades.

6 No uses el móvil.

Salvo casos estrictamente necesarias no uses el teléfono móvil. Es un mal gesto mantener el móvil sobre la mesa encendido, encenderlo para mirarlo de vez en cuando o directamente responder mensajes. Mientras mantienes una conversación o pretendes entablar una relación con alguien tu atención debe de estar puesta en ello; ya que de lo contrario no tienes tanta intención, o eso es lo que das a entender. Y eso da muy mala imagen.


7 No llegues tarde.

Suena a tópico y es algo normal que suceda por cualquier pequeño contratiempo. Llegar pronto al quedar con alguien se relaciona con el interés que hay hacia esa persona. Cuando aún no conocemos a alguien este no sabe si es nuestra forma de ser o de si nuestra escusa es sincera, pero lo que si puede pensar es nuestro desinterés; por lo que si es alguien importante como nuestro posible futuro jefe o novia no es conveniente dar malas apariencia .


Confianza y seguridad es la clave.

Ángela Morales Ramírez

domingo, 15 de febrero de 2015


“si pudiéramos explicar la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano”. Howard Gardner
La música influye en todos nosotros, eso es cierto. Para comprobar esta afirmación, no hay más que ponerse los cascos en mitad de la calle y empezaremos a andar al ritmo de la música, como si estuviésemos metidos en un videoclip o en una película.
La música influye en nuestro estado de ánimo, pero también en nuestra personalidad. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, cuando sólo conocemos a una persona por el tipo de música que escucha, tendemos a encajarlo en un tipo de personalidad. El experimento que llevó a cabo el Dr Rentfrow fue el siguiente:
Escogió seis tipos de géneros musicales (Pop, rock, jazz, electro, rap y música clásica) y pidió a los participantes que relacionasen cada género con un grupo étnico, una clase social y con un tipo de personalidad diferente:
  • Cordialidad-asociado a amabilidad y compasión
  • Extroversión asociado a energía y entusiasmo
  • Concienzudo que se asocia a deber, responsabilidad y autodisciplina
  • El neuroticismo que se asocia al estrés, la impulsividad
  • La apertura que se asocia a la creatividad, la curiosidad y la inteligencia
El resultado al que llegó Rentfrow fue que el 77% de los participantes afirmaban que aquellas personas que escuchan música rock y rap tenían un carácter rebelde, creativo e inestable. Además coincidieron en la idea de que aquellas personas que escuchan música clásica suelen ser personas adineradas y blancas.

"La música es una poderosa forma de expresión social que puede reforzar estereotipos y potencialmente prejuicios sociales. Al declarar una preferencia por un estilo musical muchos de nosotros parece que usamos ese dato como una ‘pista’ para sacar conclusiones sobre la personalidad de esta persona". 
Dr Rentfrow
Otro experimentó que demostró cómo la música influye en los seres vivos fue la de David Merrill.
Éste cogió a un grupo de ratones y los puso a escuchar música clásica durante 24h. A otro grupo les puso heavy metal, también durante ese tiempo. Su intención era comprobar cuál de los dos grupos conseguía adivinar el camino del laberinto antes. Sin embargo, tuvo que acabar parando el experimento, ya que los ratones que habían escuchado música heavy acabaron matando a los otros. Hizo un segundo experimento. Redujo el número de horas a 10. Mientras que los ratones que habían escuchado a Mozart mejoraron considerablemente su capacidad de aprendizaje, los que había escuchado rock, la empeoraron.

Por último, aquí dejo un vídeo que comenta brevemente cuáles fueron las conclusiones a las que llegó la Universidad de Texas de un estudio que hizo sobre la relación de la música que uno escucha y su personalidad.
Bea Not


Enlaces:

http://blogdelamente.com/musica-y-personalidad/
http://cienciacosmica.webnode.es/news/experimentos-que-muestran-el-efecto-de-la-musica-/